Y así, ido el amigo, el compañero de tantas jornadas, aquietados los ánimos sin otra esperanza que la conformidad, volvemos el rostro al pasado, para recordar al que cariñosamente le decíamos “Guatón Vironneau”, así lo recordaron algunos tercerinos en el homenaje que le brindaron en la Sala de Sesiones de la Compañía, todos junto a los restos mortales le recordamos en toda su dimensión como Bombero Voluntario, Capitán, Maquinista y Consejero de Disciplina, como eterno Maquinista su pasión siempre fue su querida maquina, esa que tantas veces lo traslado hasta un siniestro, fiel compañera de todos nosotros, pero mantenida inmaculadamente por un solo hombre “el guatón”.

Ayer dejamos sus restos mortales en el Camposanto, ahí descansan para la eternidad junto a muchos tercerinos que le prepararon el camino de entrada al Cuartel Celestial, ahí esta su hermano Rodolfo, el Tío Maluenda, el Brujo Montes, Julio Cortés, Eugenio de la Fuente, Eugenio Rojo, el Maestro Larenas y tantos otros que en vida lo acompañaron en sus travesuras.

Los recuerdos son muchos, al abrir nuestras mentes y con mucho respeto, valiéndonos de la frágil memoria, lo recordaremos siempre como el gran colaborador, el incansable Maquinista, que día a día necesitaba comprobar que su máquina funcionara al toque, lista para acudir a una emergencia.

No podré detallar tantas e importantes realizaciones suyas que se anotan en su Hoja de Servicio.

Al llegar al Camposanto, ya entrada la noche, sus restos eran acompañados por la gran cantidad de familiares que en vida tanto amó, tras ellos una columna de Bomberos Tercerinos, teñía de rojo fuego la noche por las llamas de muchas antorchas que portaban sus camaradas de ideal.

Antes de bajar sus restos a la última morada, familiares hicieron uso de la palabra, agradeciendo el gesto de los Bomberos para con su padre, para nosotros los Bomberos ese homenaje se lo tenía ganado hace mucho tiempo, no necesitábamos ese agradecimiento cuando es nuestra obligación despedir dignamente al camarada, al amigo…..

Antes de finalizar la ceremonia el Director de la Compañía Don Martín Reyes y el Secretario de la misma le hicieron entrega al hijo de Rolando de una fotografía donde hay varios Tercerinos ya desaparecidos junto a su padre, además se le entrego el Diploma que lo acreditaba como poseedor del Premio por Sesenta años de Servicio y también se le entrego el discurso pronunciado en su despedida.

En el silencio del Camposanto, los Voluntarios Tercerinos entonaron el Himno que fue coreado por cada uno de los Voluntarios, al finalizar este el Comandante de la Institución Helmut Kaminski, le brindó tres fuego-agua, palabras que resonaron como un trueno en la quietud del Camposanto.

De ahí sus restos fueron bajados hasta la última morada, lugar donde descansaran en paz por la eternidad.