El ejemplo de los Mártires del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa: Silvio Guerrero Mutinelli, Jorge Batiste Aleu y Luis Bernardín Orellana, que cayeron en la lucha contra nuestro peor enemigo, el fuego, el 14 de diciembre de 1962, fue recordado en una masiva ceremonia que se realizó junto al monolito levantado en el jardín del edificio municipal de Macul, cercano al sitio que fue el escenario de la tragedia que ya cumplió 55 años, hasta donde los voluntarios llegaron desfilando por la avenida Macul.
La conmemoración estuvo encabezada por el Superintendente, Denis Cohn Malschafsky y contó con la asistencia de miembros del Honorable Directorio, Oficiales Generales y los voluntarios y voluntarias de las once Compañías que dan vida a la institución, además de familiares y amigos del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa.
En su discurso el Superintendente, al referirse a los Mártires Guerreo, Batiste y Bernardín, señaló “Estos voluntarios son ejemplo de entrega total y absoluta que debe caracterizar a quienes integramos las filas de esta noble institución”. Más adelante continuó con un llamado “El compromiso que tomamos va mas allá de vestir el uniforme, tripular un carro o atender una emergencia, debemos procurar que catástrofes como la que recordamos esta noche no se repita jamás”.
Luego, fue el Director de la Segunda Compañía, Cristian Miranda Gálvez, unidad a la que pertenecían los voluntarios mártires quién se refirió a ellos con emotivas palabras haciendo hincapié en el ejemplo que los jóvenes bomberos dejan a las nuevas y futuras generaciones.
Cerró las intervenciones el homenaje que rindiera el Director Honorario Milton Rozas Sarfaty, en representación de la Unidad Simbólica Director Honorario Heberto Valencia Guevara, manifestando: “aquí en este lugar cercano a la calle madreselvas del ex barrio Macul de Ñuñoa, bebemos de nuevo el cáliz amargo de aquel fatídico día 14 de diciembre de 1962. Impregnados del entorno del lugar de la tragedia, recogemos nuestros espíritus con admiración para los que se han ido para alzar un templo inmaterial a la memoria de sus nombres que perpetúe el sacrificio, que muestre a la juventud del porvenir, a las nuevas generaciones de voluntarios del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, un ancho camino abierto al bien y al amor, que sea una escuela de abnegación y civismo, trazado por estos hombres que hace cincuenta y cinco años, inmolaron sus preciosas vidas en aras de sus nobles ideales”.
Para finalizar el acto de recuerdo, junto a la piedra que conserva sus nombres, fue depositada una ofrenda floral por el Superintendente y el Director de la Segunda Compañía.