A 57 años del fatídico incendio de calle Madreselvas, hoy, 14 de diciembre, el Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, rinde un sentido homenaje a los Mártires del deber, Silvio Guerrero Mutinelli, Jorge Batiste Aleu y Luis Bernardin Orellana, muertos en acto de servicio en cumplimiento del deber voluntariamente asumido y, cuyo ejemplo de entrega y compromiso con la causa bomberil han marcado profundamente a las actuales y futuras generaciones de bomberos, viviendo por siempre en sus corazones.
Cuando un día como hoy, de 1962, poco después de la una de la madrugada, la sirena de bomberos rompía el silencio de un sueño reparador, muchos no sabían que un grupo de hombres saltaban de sus camas para correr presurosos a combatir al peor de los enemigos, el fuego, que había atrapado en sus fauces una fábrica de artículos para calzado. Lo que tampoco nadie sabía es que dos de ellos no volverían a compartir con sus compañeros el regreso al cuartel, mientras otros eran llevados a la Posta para tratar sus heridas.
Cuando algunas Compañías se retiraban, los voluntarios de la Segunda y Sexta se abocaron a la tarea de remoción y, mientras trasladaban unos tambores hacia el exterior de la fábrica, una luz apareció al fondo del pasillo provocando una violenta inflamación de los gases, convirtiendo todo aquello en un infierno.
Al chequear sus filas, el Capitán de la Segunda Compañía tuvo que enfrentar la triste realidad: SILVIO GUERRERO MUTINELLI. y JORGE BATISTE ALEU. se habían inscrito en las primeras hojas del martirologio del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa y otros dos luchaban por su vida con más del 60% de su cuerpo quemado. El 1 de abril de 1963, después de una penosa recuperación y cuando todos esperaban que LUIS BERNARDÍN ORELLANA fuera dado de alta, una traicionera infección se lo arrebata a su novia, a su familia y a sus hermanos segundinos, llenando otra página del libro de los inmortales
Honor y Gloria a los han entregado La Vida por la Humanidad.