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A 58 años de la tragedia, el Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa recuerda hoy el fallecimiento de sus voluntarios Silvio Guerrero Mutinelli y Jorge Batiste Aleu, en el incendio que destruyó una fábrica de artículos para calzado que se ubicaba en la comuna de Macul, calle Madreselvas cerca de la esquina con Avenida José Pedro Alessandri, la madrugada del 14 de diciembre de 1962.
Ambos mártires pertenecían a la Segunda Compañía, unidad que junto a la Sexta Compañía se encontraban desarrollando labores de remoción de escombros, luego que el fuego había sido controlado, cuando una luz apareció al fondo de un pasillo en el interior de la estructura siniestrada y avanzó rápidamente cubriendo toda la superficie en una fatídica explosión.
Una veintena de bomberos tuvieron suerte y encontraron refugio a la furia del estallido con algunos daños en sus cuerpos o en sus ropas, no obstante, el fuego dejó dos víctimas en el camino y dos más en riesgo vital.
Guerrero y Batiste inscribieron sus nombres en las primeras páginas del martirologio institucional, mientras otros dos voluntarios de la misma Compañía, Sergio Riquelme Castro y Luis Bernardín Orellana luchaban por sus vidas, falleciendo este último cuatro meses después.
La tragedia de Madreselvas es el peor episodio en los anales del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa. Quienes rindieron sus vidas a consecuencia de ella legaron una enseñanza de abnegación y sacrificio, ejemplo que acompañará por siempre el camino de servicio a la sociedad.
Voluntarios Silvio Guerrero Mutinelli y Jorge Batiste Aleu, ¡PRESENTES! 

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