Vivimos un nuevo 8 de septiembre cargado de emotividad y de recuerdos, al conmemorar 48 años del trágico e inexplicable accidente que se llevó la vida del joven voluntario de la Segunda Compañía, Jorge Dzazópulos Elgueta, declarado mártir del deber del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa.
El fatídico 8 de septiembre de 1973, once años después que un incendio cobrara la vida de tres de sus hermanos segundinos y, mientras el carro de su compañía era despachado, por un aviso de incendio, al interior de la sala de máquinas del cuartel, el voluntario Jorge Dzazópulos, fue aprisionado por su destino, mudo testigo del dolor de su familia y del padecimiento de sus compañeros de ideal, que experimentaron en carne propia el sentimiento de perder a uno de los camaradas en cumplimiento del deber.
Cada año, en esta fecha, rendimos honores a la memoria de quién, luego de aprobar el curso de aspirantes ingresó a la Segunda Compañía para transformarse en protagonista de una de las páginas más infaustas de la historia de la institución. Su Compañía, perpetúa con su nombre la sala de máquinas y, una vez más, hará presente su simbólico homenaje, colocando una ofrenda floral en la piedra que recuerda a los mártires, en el frontis del cuartel.
También una calle de la comuna de Macul recuerda el nombre de nuestro mártir, Jorge Dzazópulos Elgueta, muerto en acto de servicio, en cumplimiento del deber.